domingo, 7 de febrero de 2010

LA TASA TOBIN EN TIEMPOS DIFÍCLES

El otro día, cuando hicimos el trabajo de DC con Marta nos repartimos por años la reciente historia de las organizaciones internacionales y los organismos públicos dedicados al desarrollo y los efectos económicos, sociales y políticos que originaron su aparición. Recuerdo que se habló de la tasa Tobin, pues resulta que seguí detrás de esa tasa, porque me parece una idea interesante.
http://economia-globalizacion.blogspot.com/2006/01/la-tasa-tobin.html
Cuándo no se sabe qué hacer, lo qué hay que hacer puede ser no hacer nada, o hacer cualquier cosa. Ante estas disyuntivas en que el destino está lleno de incógnitas, variables e incertidumbres, no sé si será posible acertar echando mano de la estadística y o de la prospectiva, o si será más bien un asunto de mayor calado y sea cuestión más compleja. Pero en caso de que haya que hacer algo, deberíamos saberlo. El que sabe que hacer, o cree saberlo y en este caso es lo mismo, si tiene poder lo hará, y si no hará dos cosas intentará encontrar su idea en otro programa polñitico y si no lo encuentra y sigue queriendo hacer cosas, entonces intentará tener más poder para poder comunicar esa idea, ese saber qué hacer. Puede comprar poder, puede pedirlo y que se lo presten, por un tiempo, o a cambio de otra cosa. El mercado del poder político es complejo, pero no es ajeno a otros movimientos y sinergias entre otras manifestaciones del poder, como es el económico y su amiguito el financiero, que con el empresarial forman esa pandilla tan famosa, el poder social y el sindical, e incluso esa pequeña, más no insignificante, parcela del poder personal. En cada uno de nosotros habitan esos poderes, es como si fuéramos cuerdas, con la posibilidad de vibrar en una gran cantidad de frecuencias, y como ellas y según en que forma hacemos música o rebuznamos. El qué hacer, puede ser una gran sinfonía de buen hacer y saber, y no reportar a los insatisfechos lo que ellos dicen necesitar, o puede ser una absoluta chapuza de los piés a la cabeza, y resultar un éxito que aplauden con las orejas todos los sectores sociales beneficiados por el caos y la sinrazón. Vamos, que es una mierda esférica, y por cualquier parte que la veamos no encontraremos un resquicio para alabarla, aunque sea un estandarte para muchos españoles, a mi no me preocupa, tampoco me sonroja. Pero me parece patética este ansia que nos ha dado a tod@s por gobernar el barco, por querer el poder para mandar y decidir, en medio de esta tormenta, con la que está cayendo y encima el motín. No creo que los golpes de timón en un país en medio de una crisis de empleo y con un clima conspirativo, tanto en las filas del gobierno, como en las de los partidos, puedan estar ordenados o dictados desde los intereses de ninguna minoría, por mucho poder que esta obstante, y por mucho que se haga oír en los medios que controla. Sinceramente y en justicia, creo que este barco debe ser dirigido con una mirada clara en el futuro y con un corazón decidido a resolver los cómos y los asegunes. Nadie sabe qué hacer para acabar con la situación que provoca la pobreza extrema, quién es el listo que sabe cómo acabar con la crisis y cómo generar empleo. Las respuestas son muchas, sube impuestos, baja impuestos, nacionaliza, privativas, ayudas sociales, seguridad privada, mixta sólo las complementarias, haz infraestructuras, no mejor hay que incentivar, grava, no desgrava. Pero sea la repuesta que sea, no hay recetas gratuitas. El problema de todas las soluciones, de todos los planes y programas, es que deben pasar por caja. Es ahí donde nos empantanamos. Los recursos son limitados y más en tiempos difíciles. Pues no todos estamos vibrando en la misma frecuencia, y mientras unos apenas vibramos con un hálito de vida y nuestras notas apenas son escuchadas, otros tienen amplificador. Esos suenan con un do de pecho que se traduce en estupendas ganancias para sus patrimonios familiares. Estos son los linajes ganadores del neoliberalismo, que en parte han sabido ganar fortunas, mientras los demás perdíamos nuestros empleos, y pueden alegar, bajo las leyes del libre mercado y del no intervencionismo, que lo que han ganado justamente. Si, pero..., y ese ganar mucho estuvo, si no bien al menos correcto, pero a partir de ahora es ineludible que aquellos que ganan enormes cantidades de dinero gracias a esas operaciones financieras internacionales, es decir trasladando sus fondos de un mercado a otro gozando de ese libre transitar por el mundo, que no tienen los seres humanos no tenemos pero el dinero sí. Pues bien se considera, entre los que de esto saben, premios nobeles y personal de este calibre, que la forma más sensAta de equiLIbrar esta tremenda injusticia económica, es obtener más recursos a través de un impuesto al transito de estos capitales, la famosa tasa Tobin. es la única forma de tener con qué hacer lo que sea en una época de crisis como esta.

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