Si
las y los TASOC nos hemos preparado para analizar, diagnosticar y motivar a
las personas para que acepten, asuman y protagonicen el cambio, por
qué no lo hacemos. Esta pregunta no es retórica, yo sé por qué no
lo hacemos, porque no nos dejan. Desde la administración pública
que es el territorio donde actuamos con mas frecuencia nos consideran
como un mal necesario. Entre la soberbia descomunal de los políticos
nacionales y el resquemor clasista de los funcionarios memoriones,
los TASOC parecemos el jamón del triste emparedado nacional.
Recientemente
nuestras competencias son más demandadas con matices, porque se ha
puesto de moda la participación. ¡Oh! Sí ahora a la población le
toca participar, y por qué?. Porque hay un decreto ley que así lo
establece y porque hay una demanda popular que así lo exige, no es
por el convencimiento de los partidos, ni porque los propios técnicos
y funcionarios que se han caído del guindo por fín y se han dado
cuenta de que sus metodologías de despachos están obsoletas, no,
simplemente es porque ahora es lo que toca. Es triste decirlo pero es
la verdad.
Pocas
administraciones abordan la participación como un compromiso de
educación para la democracia, que es lo que es. Y por eso fracasan
porque sin el convencimiento y la motivación adecuada es casi
imposible hacer las cosas bien en esto de la participación.
Participar es un proceso didáctico, antes que nada, no vayamos a
creer que es un objetivo porque entonces estamos cometiendo el primer
error. No se trata de alcanzar algo individualmente, ni grupalmente.
No es una meta a la que el pelotón estirado se aproxima con unos
líderes en cabeza que al fin cruzan meta y poco a poco a poco los
rezagados vamos alcanzando la linea final. No.
Participar
es un proceso en el que estamos involucrados todas y todos y hasta
que no entendamos esto no vamos a lograr que funcione. Se requiere
una didactica de participación con un enfoque Freire, eso implica
elevar al educando a una categoría superior de igual, eso es lo
primero se necesita, una horizontalidad pedagógica, pero la realidad
es tozuda. Con demasiada frecuencia vemos “expertos y expertas”
en participación ejerciendo un dirigismo inercial incapaz de
convencer, sólo de seducir. Los grandes oradores, dinamizadores, los
coatching son lo que son, sofistas.
El
milagro no surje después de comprender un discurso, ni de hacer una
dinámica diseñada para fomentar el fenómeno de Pigmalión. Si hay
un milagro posible será después de un proceso interno, propio y
reflexivo. Kurt Lewin dijo que “el todo es superior que la suma de
sus partes” eso se olvida con demasiada frecuencia.
Muchos
dinamizadores controlan a los grupos que dinamizan con una
inflexibilidad antipedagógica, no saben aprovechar el potencial de
los miembros y sus egos se proyectan en el control de la manada.